Novena a la Virgen de Schoenstatt

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Primer dia: DIOS SALUDA A MARIA


“El ángel del Señor anunció a María,
y Ella concibió por obra del Espíritu Santo”
(Lucas 1, 28-38)
 
A través de los siglos las campanas de las iglesias y capillas
han proclamado en voz alta este misterio. Tres veces al día
recuerdan el principio de la redención.
Medita un momento sobre la Anunciación. ¡Cuánta luz ha de
haber rodeado a la Santísima Virgen! ¡Qué gran misterio confió
el Señor a su cuidado! La venida del Mesías se acercaba y
aquella humilde doncella llegaría a ser su Madre. ¡Qué profunda
emoción debe haber embargado a María cuando oyó lo
increíble: que el Hijo de Dios quería hacerse hombre!
Sin embargo, ¿este hecho no solo trajo alegría y felicidad a la
Virgen María? Es claro que no, pues bien se sabe que la hora
aguardada por tan largo tiempo traía además una profecía de
mucha esperanza y sufrimiento. Seguramente en el momento
de la Anunciación, la Virgen Santísima no conocía a detalle
todos los acontecimientos que se disponía a aceptar. Por otro
lado, Ella estaba familiarizada con las Escrituras, especialmente
los pasajes referentes al Mesías quien a pesar del precio de
extremo dolor y sufrimiento, quería redimir a un mundo tan
profundamente sumergido en la culpa y el pecado. Entonces,
¿no tendría también su Santísima Madre que prepararse para
vivir un mar de sufrimientos?
El ángel del Señor anunció a María: alégrate, llena de
gracia, el señor está contigo (Lucas 1, 28) Dios saluda a
María Santísima.
¿Dios nunca te ha enviado un ángel que te salude y te entregue
un mensaje? Entonces, ¿quién te entrega esos mensajes? Tal
vez sea el cartero quien trae noticias que pueden destruir tus
sueños y tu felicidad. Noticias de que algunos de tus semejantes
te calumnian y manchan tu honor, noticias de que has perdido
tu casa y todas tus posesiones, o de que tus acreedores te
amenazan con una demanda. Tal vez te han llegado noticias
del fallecimiento o de la grave enfermedad de un ser querido,
o esperas con ansia oír cómo sigue el enfermo. Tal vez los
problemas que te hacen la vida pesada no son sólo externos
sino también internos.
¡Ah! no digas que Dios nunca te manda un mensajero o un
mensaje. ¡Calla! arrodíllate silenciosamente frente al Señor, tu
Dios, como la Virgen María se arrodilló ante el ángel, y reflexiona.
Para aquellos que aman a Dios, nada es imposible. ¿Acaso tu
cruz, cualquiera que ésta sea, no es un saludo de Dios,
un mensaje del Padre celestial para ti, su Hijo? ¿No es esto
como si un ángel mensajero se presentara delante de ti? Él
espera también tu consentimiento. Tal como lo hizo la Virgen
María, Él espera también tu consentimiento.
Tu sufrimiento tiene un profundo significado. Desde que Cristo
murió en el Gólgota, Él permite que aquellas personas a quienes
Él ama participen en su muerte, para que también se hagan
partícipes de su gloria. Junto con Cristo debemos sufrir por tu
propia redención y la de los demás.
Inclina tu cabeza bajo la mano de Dios. Cree ciegamente que
es Dios quien te saluda en tu dolor y que este saludo es un
mensaje del cielo. Cree firmemente que ahora, más que nunca,
estás cerca de Dios, y confía plenamente en que Él te escuchará
a través de la intercesión de la Virgen María, Madre Reina y
Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt .
 
Plegaria
 
Madre Santísima, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de
Schoenstatt, puesto que Tú has caminado en la oscuridad de
la fe ciega, sometida en todo tiempo a la voluntad del
Todopoderoso, ayúdame en mi cruz y mi calvario a encontrar
el amor de mi Padre Celestial. Intercede por mí para que Dios
me escuche y si mi súplica tiene cabida en Su Plan Divino,
concédeme lo que te pido… (menciónalo en silencio). Amén.
 
Ejercicio
 
Pon atención cuidadosa a todo lo que pasa a tu alrededor y
tómalo como un saludo de Dios.
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