Novena a la Virgen de Schoenstatt
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Sexto día: RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA
Al lamento de María en el templo:
“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?”
su Hijo respondió: “¿No sabes que debo
ocuparme de las cosas de mi padre?”
(Lucas 2, 49)
María no estaba preparada para tal respuesta. ¡Ah, cómo la
debe haber afligido! No sabía ni que pensar. Todo el pesar de
los últimos tres días volvió a reflejarse en su corazón: las noches
de insomnio, la angustia y la incertidumbre por su Hijo
extraviado. Y luego Él con la cabeza en alto, lleno de esplendor
y divina hermosura, parado frente a Ella, dió su respuesta que
lastimó muy profundamente el fondo de su corazón maternal.
María encontró a su Hijo, pero al mismo tiempo se dió cuenta
de lo que había perdido. Desde luego que su Padre Celestial
tenía la primera potestad en el corazón del Hijo, y su corazón
maternal tenía que tomar el segundo lugar. Ella, al unísono
con Jesús, diría “sí” a la voluntad del Padre. María no pudo
comprender de inmediato lo que Jesús dijo, pero guardó
cuidadosamente aquellas palabras en su corazón.
¿Acaso tú te encuentras en una situación semejante? Tal vez
tú también has perdido un hijo y la incertidumbre acerca de
uno de tus seres queridos ha traído pesar a tu corazón. O tal
vez has perdido hogar y posesiones o has visto el sol de tu
felicidad ponerse detrás de la tumba. ¿Has perdido tu salud?
O tal vez has perdido la paz de tu corazón.
Quién sabe, ¡Tal vez a Dios mismo! Pero… ¿no sabes que tú
también debes ocuparte de las cosas de tu Padre? ¿Te das
cuenta que has perdido a Dios mismo a través del pecado
mortal? Si es así, entonces ponte en marcha, busca a tu Dios
en el templo. Recupera tu paz de conciencia por medio del
Sacramento de la Reconciliación.
Pero si lo que has perdido son bienes terrenales, entonces
entrégate completamente a la voluntad de tu Padre Celestial.
Tal vez no hayas entendido lo que Dios te quiere enseñar por
medio de este sufrimiento. Sin embargo, estás consciente de
la presencia de tu Padre Celestial sobre ti y a tu alrededor,
cuidándote. Así pues, no te enojes con Dios. Haz lo que María:
medita, reza y espera confiando en la Divina Providencia. Los
planes Divinos son planes de amor y sabiduría.
María también te comprende, especialmente ahora que te hallas
rodeado de dificultades. Mantente cerca de Dios y toma
fuertemente la mano de tu Madre Celestial. En cualquier
incertidumbre, ruégale a María:
María, yo no conozco el camino,
Tú lo conoces bien.
eso me da paz y tranquilidad
más allá de lo que yo puedo expresar.
Nada en el mundo ha sido tan claro:
El que confía en María no confía en vano.
Oración
Querida Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de
Schoenstatt, obtén para mí la virtud de una profunda confianza
en Dios y la gracia de aceptar su voluntad siempre como lo
mejor y lo más alto. Yo pongo toda mi confianza en Ti y te
ruego fervientemente que nunca me abandones, y que obtengas
para mí de Dios lo que humildemente pido (menciónalo aquí
en silencio). Amén.
Ejercicio
Hoy no te quejes de los sacrificios. Al contrario, recuerda que
tú también debes ocuparte de las cosas de tu Padre haciendo
Su Sabia y Divina Voluntad.
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